El asesinato de 4 personas en apps de citas ocasionales revela la existencia de ciberdepredadores en serie en España
Se llaman netópatas y son los nuevos actores del escenario criminológico. Se mueven por la red y dejan pocas pistas. Son silenciosos y discretos. Los delincuentes utilizan la red como medio para expresar sus latencias y ya se han convertido en una realidad que hay que afrontar. En Bilbao (España) se entregó un hombre de nacionalidad colombiana. Presuntamente terminó con la vida de entre 4 y 8 hombres con los que mantenía citas de sexo ocasional. Les robó, drogó y asesinó. Finalmente les sustrajo las tarjetas bancarias.
No es la primera vez que victimarios y víctimas coinciden en plataformas vinculadoras de oferta y demanda sentimental. En Levante se detuvo a un joven veinteañero que violó a una menor después de conocerla a través de una app. Ya más recientemente Cristina, una gallega de 26 años confesó ser la autora de la muerte de un varón catalán de 53 años a quién conoció por la red. Le drogó con medicación, le asfixió y finalmente descuartizó su cuerpo.
En el 2019 Marta Calvo desapareció cuando mantenía una cita con un hombre colombiano. Ya en 2018 se cometió el famoso “crimen de Grindr”, un joven murió tras ser apuñalado por otro desconocido con quien mantenía un encuentro.
Las víctimas pueden sufrir otras vulnerabilidades como la ciberextorsión, el robo de imágenes sensibles o la revelación de secretos en Internet.
Estas apps son las elegidas por los potenciales criminales. Aportan discreción y anonimato. Los delincuentes seleccionan a las víctimas a modo de catálogo en un entorno donde el prestador del servicio casi nunca verifica la identidad de los usuarios.
Es importante reunir el máximo número de datos sobre el interlocutor y mantener la primera cita en un espacio público. Ambos usuarios deben identificarse con un número de teléfono y enviar la ubicación a una personas de desconfianza. Por supuesto hay que desconfiar de pretendientes que buscan el corto plazo o el sexo inmediato.
