Se llaman juguetes eróticos 2.0, se controlan desde teléfonos móviles o apps y ya se han convertido en un foco de interés para los ciberdelincuentes
La sexnología es un término que nace de la unión de sexo + tecnología. Se trata de un mercado en auge en el que no faltan empresas especializadas. Entre su oferta encontramos sexo con robots, juguetes sexuales conectados al WIFI, vibradores regulados mediante el móvil, sexo virtual con gafas 3D o hasta cinturones de castidad controlados con apps.
En países como Japón este mercado lleva años implementado mientras que en Europa aún es un “tabú”. No obstante, existen decenas de websites europeas que canalizan este tipo de demandas. Lo hacen con discreción en un medio en el que no intervienen miradas curiosas. Envían el producto en un embalaje discreto y no dejan pistas en los extractos de pago del cliente.
La proyección del mercado del sexo tecnológico es tan grande que las plataformas para adultos están creando divisiones para comercializar el sexo en 3D. Quieren proporcionar a sus clientes una realidad virtual inmersiva capaz de atraer a miles de suscriptores.
Los ciberdelincuentes pueden intervenir el dispositivo y bloquearlo. En otros casos se han reportado sucesos en los que se han grabado audios de las víctimas manteniendo encuentros íntimos.
Las imágenes y sonidos de estos juguetes pueden recopilar información muy íntima. Los usuarios pueden ser extorsionados cuando su juguete conectado a un wifi es violado o robado. Se pueden poner al descubierto imágenes sobre infidelidades, actos sexuales, videos íntimos, audios y fotos de desnudos.
En el metaverso también existe el sexo, su realidad envolvente tampoco está exenta de amenazas cibernéticas. Los ciberdepredadores 2.0 pueden adentrarse en espacios privados, violar la privacidad o mantener relaciones no consentidas con usuarios de la sexnología.
