1 de cada 4 padres permite a sus hijos menores de 14 años tener un perfil abierto en las redes sociales
El Artículo 13 del Real Decreto 1720/2007 de 21 de diciembre establece que el uso de las redes sociales no es legal para menores de 14 años. En estos casos el menor deberá tener el consentimiento previo de sus padres. No obstante, y a la práctica cualquier niño puede abrir una cuenta y declarar una edad falsa. Las plataformas carecen de mecanismos de verificación, buscan la indexación masiva y acumulan el mayor número de cuentas para así captar más anunciantes.
Si bien el 54% de los tutores declara que sí supervisa la actividad digital de sus hijos al menos una vez al día, lo cierto es que la mayor parte de padres no saben lo que hacen sus hijos en estas plataformas.
Una encuesta de Express VPN realizada a 2.000 niños de entre 4 y 13 años de edad y sus padres revela que un 24% de los menores admite haber mentido en alguna ocasión en las redes sociales. Además, los niños de entre 4 y 13 años pasan hasta 21 minutos diarios conectados a las plataformas dejando patente que las leyes de la tribu prevalecen por las leyes del Estado.
En cuanto a las actividades en la red con la que los padres se sienten más cómodos un 87% de ellos permite que sus hijos vean videos en YouTube, el 80% tolera que jueguen a juegos online y un 28% considera que no ve un problema en que sus hijos tengan acceso al Wifi para leer artículos y contenidos.
El principal miedo (59% de los padres) es que su hijo sufra ciberbullying y la sospecha no es infundada si tenemos en cuenta que un 22% de los niños admiten haber sufrido el bullying online en alguna ocasión.
Según un estudio de AVACU (Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios) el 68% de los menores de 10 a 12 años tiene una cuenta en alguna red social y un 86% la consulta varias redes al día. Las plataformas más utilizadas por los niños son WhatsApp (91,5%), Instagram (90,6%), YouTube (83.5%), Tik Tok (69,2%) y Twitter (54,1%).
Un 12% admite aceptar solicitudes de amistad sin conocer a la persona que le solicita. Esta falta de “higiene digital” deja abierta la puerta a vulnerabilidades como el grooming, el sexting o la sextorsión.
Muchos padres han encontrado la “esperanza del control” en las apps dedicadas al control parental. Su uso puede estar en algunos casos al límite de la ética y la legalidad.
